¡Hola Gobierno de España!, ¿hay alguien ahí?

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Dámaso Aparicio García. Presidente de Partido Popular de Orihuela

Llevamos diez meses de pandemia, seguimos en estado de alarma hasta, como mínimo, el próximo 9 de mayo, y parece que nada ha cambiado en la actuación del Gobierno de España, que sigue a la deriva, sin ejercer sus competencias y totalmente de espaldas a la que está cayendo y, lo peor de todo, la impresión, la sensación que muchos tenemos, es que lo hacen por el único sentido de evitar el desgaste político de una situación difícil, pero que debería afrontar con altura de miras y con la máxima responsabilidad. Los ciudadanos de este País y de la Vega Baja, con los que más hablo por proximidad y por confinamiento, se encuentran, cada día y con razón, más enfadados por las directrices que se toman o, mejor dicho, por las que no se toman desde el Ejecutivo Central.
Es increíble que, a estas alturas de la pandemia, el Gobierno y, en particular, el Ministerio de Sanidad haya sido incapaz de coger las riendas. Ha descargado la responsabilidad en las Comunidades Autónomas, las cuales toman una serie de decisiones, a veces con criterios poco objetivos, que afectan y mucho a la vida y al devenir de los ciudadanos que viven en ellas. Diecisiete autonomías, cada una con sus restricciones y con cambios cada dos por tres por no fijar un rumbo fijo e inequívoco desde el Gobierno Central, como si ocurre en todos los países de nuestro alrededor. En Francia manda Macron, en Inglaterra, Johnson, en Alemania, Merkel y en Italia, Conte, por hablar de los países de nuestro alrededor. Aquí, la impresión que percibo de muchos ciudadanos, pequeños empresarios, autónomos, comerciantes, profesionales, etc, que son los grandes sufridores, los que contribuyen con sus impuestos al estado del bienestar, los que necesitan y exigen ser gobernados por alguien que les marque una hoja de ruta de forma decidida y ágil y que impere la seguridad jurídica, es simple y llanamente que no manda nadie y que mandan todos a la vez.
Si el Gobierno de España hubiera cogido el toro por los cuernos ante una situación de pandemia y de emergencia nacional, habría dado tiempo a construir hospitales en todas las Comunidades para que no se colapsasen nuevamente los que ya existen y no se tendrían, ahora, que volver a cancelar muchas operaciones; se hubiera previsto un protocolo de actuación para que antes del verano pudiéramos estar todos vacunados y se habrían puesto en marcha medidas económicas nacionales directas para todos y cada uno de los comercios y personas afectadas sin crear desigualdades, según el lugar de residencia.

Pero no se queda la cosa aquí, no, el lunes, en su comparecencia pública, el director de Emergencias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, afirmó que “nos hemos portado mal en Navidad y ahora lo vamos a pagar”. Sí, el mismo que dijo poco antes con el Ministro de Sanidad (que todavía lo es, además de candidato a presidente de la Generalitat de Cataluña) que no iban a ver diecisiete navidades distintas. Pues menos mal, “manda huevos”, como diría el exministro Trillo. Diecisiete no, perdimos la cuenta de tantas y tan diferentes navidades que ha habido. Hemos estado más tiempo hablando de allegados que de lo que verdad importa para los ciudadanos. Lo que sí está claro es que muchos hijos, padres y abuelos no han podido estar con sus familiares más directos por vivir a escasos metros pero en otra Comunidad (los que vivimos lindando con otras regiones lo sabemos bien), si bien los ingleses si podían venir a España, difundiendo con ellos la nueva cepa del virus más contagiosa. Estos son los “iluminados” que nos gobiernan. “Manda huevos”.

La inocuidad del Gobierno Central a tomar medidas, tal vez más drásticas por no haber tomado otras con decisión y con mucha más antelación, no hace más que alargar esta cruzada que nos ha tocado vivir. Los expertos sanitarios que salen en los medios de comunicación a diario (no los del Gobierno que aún no sabemos quiénes son) dicen que habría que parar un mes para acabar con la transmisión del virus, que está descontrolada. Aseguran dichos expertos que realizar un confinamiento total durante ese tiempo evitaría un confinamiento durante más meses, que parece inevitable al no haber nadie que sea capaz de asumir la adopción de esta decisión.

Todos tienen el miedo de arrogarse el coste político de esta medida (miren cómo están peleándose los propios socios del Botànic), pero es en Madrid donde se tienen que tomar las disposiciones para su aplicación en todo el territorio, sin excepción, y no pueden escurrir el bulto ni un minuto más. La segunda ola es culpa de la inacción del Ejecutivo de Sánchez y la tercera ola, que al parecer ya está aquí, también lo será por el mismo motivo.

El Gobierno de España no está ni se le espera para la batalla contra el Covid-19 pero tampoco para nada más. Asistimos atónitos al ver como una tormenta anunciada y acertada por los meteorólogos una semana antes, “Filomena”, cae y el Gobierno dice que son las Comunidades las que tienen que actuar. El Ejecutivo está ausente, mirando lo que ocurre a su alrededor, mientras los viajeros duermen en el suelo en el aeropuerto internacional más importante de España, como cientos de conductores quedan atrapados en la carretera, como los productos frescos escasean en muchos puntos de España y en la capital. Pregunto: ¿por qué no declararon de forma inminente la Emergencia Nacional?. Lo único que se me ocurre es más de lo mismo: eso desgasta y enfada a los gobiernos nacionalistas. Que se desgasten ellos, pensarán. De nuevo, el Gobierno es un mero espectador cuando debería ser el que tomara las decisiones por mucho que le llevaran a su caída. Los gobiernos, los líderes tienen que asumir su responsabilidad y tomar decisiones dolorosas, incómodas, incomprensibles a veces, pero deben hacerlo y para ello se les paga y el pueblo los elige.
Pero hay más y voy terminando, aunque hay para escribir un libro. En plena ola de frío, hay que sumar la subida de la electricidad con un gobierno que se enorgullece de llamarse progresista (claro con el dinero de los demás) cuyos líderes, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, clamaban cuando subía el recibo de la luz con Rajoy. Llevamos semanas sin verlos y sin dar explicaciones de nada. Pronto veremos a Sánchez en su “Aló, Presidente”, con el que nos deleita cada equis tiempo. Menos mal que lo suele hacer a la hora de la siesta y no viene mal para echar una cabezada, dada la poca importancia y la escasa relevancia de lo que suele decir. Tomen ejemplo de su vecina Portugal que, hoy mismo, ha anunciado una bonificación en la tarifa de electricidad.
Toc, toc. ¡¡Hola Gobierno de España!!, ¿hay alguien ahí?

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