Historia de Bigastro

Publicidad

Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro

Joaquín Marín / Fotografía

Con frecuencia valoramos la suerte de Bigastro por contar con un estudio documentado de su origen como Lugar Nuevo, comparándolo con aquellas familias que disfrutan sabiendo minucias de sus lejanos ancestros. Nos referimos al libro «El señorío eclesiástico de Bigastro (siglos XVIII-XIX)» de Gregorio Canales e Inmaculada Martínez, editado en 1994 y reeditado en 2001 cuando el trescientos aniversario de la fundación.

Desde que trabajamos en Bigastro, el peso de ese magnífico estudio nos ha condicionado para no ver la población sino a partir del setecientos. Pero este verano nos ha entretenido de la mano del estudioso Pascual Segura otro libro: «Historia de Bigastro. Identidad y patrimonio cultural a través de los tiempos». Otro libro y otro lujo.

Con vocación divulgativa, Pascual Segura en su «Historia de Bigastro» ha dinamitado nuestras orejeras cronológicas para descubrirnos también –y reivindicar– el Bigastro antes de Bigastro; alimentando y amarrando en el tiempo las señas de identidad de la población. Sin chauvinismos. Orgullo de pertenencia a un territorio por siglos de siglos antes del trascendental 1701. También después. Honrando con ello la labor de cronista que le ocupa para vanagloria de bigastrenses al sentirse herederos de tradiciones y quehaceres que importa recordar y preservar en los casos oportunos.

Porque con la aportación de Pascual Segura, sabiéndose hijos de un tiempo más largo del que presumíamos, los bigastrenses pueden sentirse deudos de quienes labraron hojas de sílex y cerámicas toscas en La Loma, y las perfeccionaron en sus afanes por sacar los mejores frutos a la tierra que pisaban sus pies, una tierra tan feraz como feroz. Feraz en riquezas, feroz cuando inundaciones y terremotos. Como deudos de quienes atendieron trasiegos en un imperio de calzadas, villas y termas y de quienes potenciaron las alegrías y riquezas del agua, como de quienes honraron y honran a vírgenes y santos patronos, como de quienes bajo señores eclesiásticos sudaron surcos y frutos. Continuidades y cambios para saberse común de un común con sencillo orgullo. Orgullo de bigastrense: «¡Hijo de un pueblo con casta y fe! / En el trabajo y en la honradez», como canta el himno local.

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*