A Cara Descubierta / Mateo Marco Amorós
Fotografía/ Joaquín Marín
En «Sostiene Pereira» de Antonio Tabucchi, conversando el profesor Silva con el periodista, afirma resignado y sumiso el docente: «nosotros somos gente del Sur, Pereira, y obedecemos a quien grita más, a quien manda.» Y convencido Silva de que los portugueses están determinados por el clima continuará indicando: «nosotros siempre hemos tenido necesidad de un jefe, todavía hoy necesitamos un jefe.» Era en el Portugal de Salazar. Año 1938. El del Estado Novo. O a saber si era en la Iberia eterna.
Antes de nuestra reflexión de hoy, que quiere aprovechar las dóciles aseveraciones de Silva, profesor de literatura en la Universidad de Coimbra, quede claro de antemano que no nos podemos quejar del comportamiento de nuestros alumnos. Y siendo muchos los años trabajando con adolescentes, no tenemos queja. Pero ha habido veces que… Hay veces, cualquier mañana temprano, que entra uno a clase y pide por favor silencio. Y no hay silencio. Y vuelve a pedir por favor silencio. Y continúa el bullicio. Y nuevamente pide por favor silencio pero tampoco llega. Blablabá blablabá blablabá. Y, respirando hondo, contando hasta diez, repites por favor silencio y… Y no. Y desesperado gritas: ¡Silencio! Y el grito, sin por favor, sí obtiene respuesta. Silencio.
La lección, de simple lógica, es nefasta. Si cuando hemos pedido por favor un comportamiento positivo no obtenemos respuesta positiva y sí cuando gritamos a lo bestia y cuartelero, no nos queda más remedio que afirmar con Silva, dándole la razón, de que «obedecemos a quien grita más, a quien manda.» Y que para hacer las cosas bien, incapaces de hacerlas por nosotros mismos y por sensatez, necesitamos las órdenes de un jefe. O peor, necesitamos la amenaza. Y quien dice alumnos dice hijos. O hijas.
Y por si a alguno lo contado, siendo verdad, le parece literatura valga como colofón y justo homenaje a la novela la frase que recuerda Pereira de su tío, escritor fracasado. Dice así: «La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizá diga la verdad.»
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