Laura F.
Alguien, no recuerdo quién, hablaba hace poco de la necesidad de volver a la Ética y la Moral ante los comportamientos juveniles y adultos que se están dando en nuestra sociedad. Y es que no cesamos de oír: “Se han perdido los valores”. Cierto es que ciertas formas de ser y de comportarse se han dado siempre y de darán, pero estaban delimitados a ciertas personas con unas connotaciones determinadas, como pertenecientes a ciertos núcleos comportamentales, culturales, etc. Pero no era lo que abundaba. Es más, eran rechazados aquellos que rebasaban los límites éticos y morales, viéndoles como alguien a apartar de nuestro lado. Siiii. Ya sé. También es cierto que había y hay mucha hipocresía. Lo sé. Pero con el andar de los tiempos siempre se ha tenido la conciencia, aunque sea de forma inconsciente, de que los seres humanos caminábamos hacia una mejora como tales. Nos lo demostraban los avances científicos y, algunos, sociales. Pero no es así. Vamos deprisa y cuesta abajo. Mostramos, en general, cierta indiferencia hacia comportamientos morales y éticos, confundiéndolo con la libertad mal entendida y con lo que supone la ética y la moral particular de cada persona o grupo social. De hecho definimos a una persona amoral o inmoral cuando sus actos van en contra de leyes establecidas como buenas y aceptadas como tal para las personas y que actúa a sabiendas que son malas. Y lo que no es bueno para mí, no es bueno para nadie, lo disfracemos como los disfracemos.
Hoy día estamos viendo cómo del Sistema Educativo se van eliminando las Humanidades, que nos permite aprender de las reflexiones, errores y aciertos de nuestros antepasados en la Historia y en La Filosofía. Por otro lado, hacen que nos centremos en comportamientos nefastos y poco ejemplarizantes como ciertos elementos de las religiones, para alejarnos de sus raíces morales. ¿A quién interesa todo esto? ¿Quiénes son los que van marcando el paso hacia una humanidad embrutecida y manipulable? Hay más preguntas pero con estas sobran de momento para darnos cuenta hacia dónde nos llevan y cómo, sin darnos cuenta, seguimos el juego. Porque no se tiene ni idea de los que es Ética y Moral, incluso se confunden. Y no son lo mismo. Se puede ser ético y no moral, por ejemplo.
La Ética, que forma parte de la filosofía que estudia la moral, nos permite reflexionar sobre aquellos aspectos que determinarán cuán va a ser nuestra moral, es el pensamiento anterior a la actuación que tendremos. Y la Moral son los valores y normas que guían nuestro comportamiento. Hoy se les llama “tener principios”. Esos que Groucho Marx nos dice sarcásticamente que se pueden cambiar por los que convenga, según y cuando convengan. Esto definiría a una persona sin valores éticos ni morales. Y éstos se maman en el entorno familiar, social, escolar y medios de comunicación, muchos de ellos, también, por la religión. Incluso pueden llegar a confundirse. Acordémonos de que los Diez Mandamientos ya iban por el mundo cuando Sócrates definía su “Ética a Nicómaco”. Si supiéramos los que son estos antivalores, en general, nos rebelaríamos ante el tipo de sociedad hacia la que nos llevan. Tenemos grandes maestros a nivel particular, la familia; y a nivel social, periodistas, artistas, …; y político, no merece la pena mencionarlos y son muchos. Vamos a ver…Los valores que deberíamos poseer, como por ejemplo, la honestidad deben perdurara en el tiempo y se refleja en los actos. ¿Creen que los personajes que acostumbramos ver, por ejemplo, en política, la banca, etc, se preguntan?: ¿Lo que hago es honesto? ¿A quién daño o beneficio con mis actos?… ¡Porque no se puede ser honesto a medias! ¡Porque vemos muchas Misas y muchos atracos legales! Puedo ganar mucho dinero o tomar decisiones políticas que me hagan sentir muy importante, pero en mi fuero interno saber que no es lo correcto. Los valores son flexibles, se adaptan en función de las circunstancias, pero no en aquellas que sólo nos favorecen a nosotros mismos, pues una de las cosas que nos hacen sentir es autoestima. ¡Y la autoestima es la valoración de nosotros mismos en los físico, mente y espítritu que forman nuestra personalidad! No es de ley disfrazar nuestras decisiones con la excusa de que “es mi deber” respecto de otros que me lo piden, que a su vez también tienen poder, como ocurre con el gobierno y las eléctricas o Merkel, etc. Por otro lado, conocemos perfectamente el contravalor, es decir, sabemos lo que está bien y lo que está mal. Desde pequeños tenemos esto muy diáfano. Claro está que depende de la jerarquía de valores que tenga cada uno. Es muy relativa, porque si primero soy yo, después yo y si sobra para mi,…. Pero un verdadero valor, el de verdad, no el hipócrita, sino valor del bueno, tiene un sentido trascendente, son “nuestra marca”, nuestra identidad ante nosotros y ante los demás, las que nos hace ser dignos de respeto. Como veis cada vez hay menos. Y ahora entra la Inteligencia Emocional. Una persona inteligente emocionalmente se preguntará ¿Qué clase de persona soy? ¿Qué tipo de persona quiero ser? ¿Obro conforme a valores morales y éticos dignos de ser respetados? ¿Me doblego ante la conveniencia personal o ante lo justo y honesto? ¿Defiendo la justicia por encima de mi bien personal? ¿Mis actos me hacen mejor o peor persona? …. Pues eso… Que vamos hacia todo lo contrario.
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