Escribo estas líneas con el corazón dividido entre la tristeza y la vergüenza. Después de dos décadas en política, siempre en las filas del Partido Popular de Orihuela, de las cuales ocho años han sido como concejala, puedo decir ahora que he visto de todo. O eso creía, erróneamente.
No, no me voy a sentar hoy en el salón de plenos para formar parte del circo que ha encabezado Monserrate Guillén, más atento a los cuadros de su bufanda que a los problemas de los oriolanos. Una legislatura y un desgobierno que ha crispado a la sociedad oriolana, gobernando contra todos. La dejadez que ha sufrido la ciudad no se puede excusar por una falta de presupuesto, el problema radica en que el alcalde y sus concejales han dejado de realizar sus funciones, servir a los ciudadanos. Este equipo de gobierno que prometió participación, después no recibía a los vecinos, no atendía sus demandas. Y tampoco quiero sentarme en la bancada del PP que han usurpado algunas personas que reniegan ahora de estas siglas. Y no me voy a sentar para evitar que me confundan con ellos. No vaya a ser que alguien piense de mí que cobro por no trabajar, como ya se ha demostrado de otras.
Recuerdo hoy con tristeza la imagen de la exalcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente, sentada delante de un micro para decir que todo lo que hemos pasado juntas ha sido mentira; aparece ahora Mónica, cuatro años después de dejarnos a todos de lado, para decirnos que además de pasar de nosotros tiene previsto clavarnos el último puñal por la espalda; y todo esto ocurre justo antes de protagonizar su propio suicidio político. Vamos, que ha decidido dar por finalizada su carrera política insultando, lo que nunca había hecho, y adornar su entierro político con un lenguaje impropio de ella, sobre el que maquillar su incapacidad y, lo que es más triste, su cobardía.
Dicho esto, le voy a recordar a Mónica que juntas estuvimos primero con José Manuel Medina, y luego enfrentadas a él, juntas en busca de un nuevo liderazgo que el alcalde ya no representaba; ese nuevo papel pasó a ella por méritos propios y porque nosotros lo defendimos con uñas y dientes. Fueron momentos muy dulces primero, amargos más tarde cuando se dividió el partido en hace ahora 10 años; se volvieron a endulzar con su victoria electoral en 2007 y, quépena, que entre ciclo y ciclo el final haya sido de nuevo el peor de los posibles.
Cuántas cosas habremos hecho juntas que hasta al juzgado nos han llevado a la vez; y a las dos como imputadas. También es verdad que yo ya estoy libre de todas las acusaciones, mientras que las suyas han ido tomando fuerza y cuerpo en las distintas instancias judiciales.
Mónica Lorente, que contó con las mejores personas, con los mejores compañeros que jamás pudo imaginar, ha mandado todo y a todos al garete. Lideró un equipo luchador como ninguno, ganador como ninguno y con una lealtad inquebrantable hacia ella y hacia lo que representó. Hablo del Botas, del Chanos o de David Costa y luego de Víctor Bernabéu, por nombrar algunos, pero en medio quedaron Cutillas, Antonio Ortiz, Manolo Abadía o Ginés Sánchez. Todos pudimos cometer errores, pero no merecíamos tu desprecio; de todo lo vivido estuvimos muy orgullosos dentro del Partido Popular y muy envidiosos fuera del PP. El lunes Mónica decidió cruzar este puente de plata que le ha ofrecido Pepa Ferrando, al modo que lo hacen los buenos enemigos. Y ella lo ha cruzado sin pestañear. Qué triste.
Admito que estoy sorprendida de que Mónica picara el anzuelo envenenado de Ferrando. Yo, sin embargo, seguiré donde he estado siempre, en el PP; aunque en nombre de nuestro partido ella atacara, despreciara y traicionara a mi familia. El domingo, mi voto irá de nuevo al PP, aunque hubiera estado ella encabezando la lista, pero ha decidido tirar su talento y su voto en una aventura independiente que se han inventado.
Yo me quedo y apuesto por la lealtad, por las convicciones firmes y por las miles de personas que siempre se han fiado de nosotros, de los del PP, en Orihuela, sus pedanías y su costa. Esas tres banderas en las que Mónica y Pepa se han envuelto para tratar de vengar una caída que solo ellas han provocado. El PP solo les dio respeto, éxito, poder y visibilidad. La venganza solo les dará soledad y tristeza, sin contar las amistades perdidas.
Yo me quedo en el PP sin cobrar los 400€ de los plenos, no vaya alguien a pensar que somos todos iguales y que cobramos por no trabajar. Por todo eso, no me voy a sentar en ese salón de plenos.
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