Mateo Marco Amorós / A cara descubierta
Joaquín Marín / Fotografía
«En la cuna del Niño / ¡Qué bien se duerme!» son versos de un villancico del padre jesuita Juan María Solá publicado en Orihuela en La Lectura Popular el quince de diciembre de 1891. La Lectura Popular, «publicación quincenal dedicada a las clases trabajadoras» según reza en la cabecera su subtítulo. El villancico se titula EL ALMA PEREGRINA. Y el autor especifica «villancico de Navidad» sin caer en perogrullada; pues sabemos que en su origen los villancicos no trataron exclusivamente temas navideños. Pero éste sí.
«El alma peregrina»… Precisamente la primera estrofa nos sitúa con tristeza –»Peregrina del cielo»– ante un alma en pena, como perdida en tierra extranjera donde «mal se duerme». Siguen dos estrofas presentándonos a un pequeño romero desconsolado, vestido de andrajos, hambriento y llorando. Como desorientado, sin destino frente a las inclemencias del tiempo como huracanes y nieves. «¡Qué mal se duerme!» repite y repite el estribillo tras cada una de estas primeras estrofas de desolación para llegar a la cuarta donde el pequeño peregrino –»Heladito y sin fuego»– cae desfallecido en un portal. «Casi se muere» cierra esta parte para dar paso a la siguiente de gloria y salvación.
En la quinta estrofa, a instancias de una dulce voz, unos ángeles trasladan al romerito junto a la Lumbre; escrita con mayúscula donde… «¡Qué bien se duerme!». Nuevo estribillo para las estrofas finales. Porque se duerme bien al calor divino, en la cuna del Niño, sobre y dentro el pecho divino. Quedando claro el portal en el que fue a caer extenuado el romerito perdido. Portal alegre donde se reconforta.
Recordando este villancico así sea nuestro deseo para todos, romeros en la vida, en esta Navidad. Deseo que si desnudos, hambrientos, perdidos o desorientados, sepamos ver en lo más humilde y sencillo el calor que nos renueva. En esa Luz que nos nace para caminar con esperanzas en un nuevo año que deseamos feliz. Y así sea para siempre el mensaje de paz en la tierra. Ojalá sepamos ver en la sencilla cuna toda la bondad que nos enseñe a ser justos. Y, conciencia tranquila, durmamos bien.
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