En el oleaje de la luz y la sombra: Alma mater

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Imagen de Joaquín Marín

Por Mateo Marco Amorós

Cuando consulto alguna biografía me agrada, en los casos que aparece, leer la locución latina Alma mater refiriendo la universidad donde se formó la persona. El Diccionario panhispánico del español jurídico aclara que lo de alma mater «se emplea para designar metafóricamente a una universidad, como proveedora de alimento intelectual». Y que literalmente significa «madre nutricia». No en vano, entre las acepciones de alma, del latín «anima», se encuentran: la de principio que organiza, entre otros, el dinamismo intelectual de la vida. O también viveza, energía, aliento.

Me agrada porque, orgulloso de haber estudiado en la Universidad de Alicante, me complace que ésta conste en mi currículum como alma mater. Reconocer como «madre nutricia» a la institución en la que uno se formó es muestra de gratitud. Si bien, hay quienes desdeñan huraños/hurones los centros en los que estudiaron: colegio, instituto, universidad… Y tratándose de colegios o institutos, si fueron religiosos, el desprecio en muchos casos es exponencial. No en el mío.

No en mi caso porque cuando he tenido la ocasión de referir mi formación académica lo he hecho desde el sincero reconocimiento a aquellos centros donde estudié. Centros y profesorado. Es más, confirmo que esta feliz experiencia formativa despertó y alimentó mi vocación docente, donde no ha habido día en el que ejerciendo mi tarea no me haya acordado de los maestros y maestras, profesores y profesoras que tuve, intentando imitar lo mejor de ellos para disimular mis defectos.

A principios del año pasado el catedrático y Rector Honorario de la Universidad de Alicante, don Antonio Gil Olcina, en un artículo, bajo el título «Esfuerzo colectivo y premio», me emocionó porque, agradecido, contaba el hacerse de la Universidad de Alicante, las dificultades que hubo, los trajines, la pelea y las conquistas (INFORMACIÓN, lunes, 15 de enero de 2024). Me emocionó porque mi promoción, la de 1981-86, estrenándose en el segundo año académico de la universidad alicantina, fue testigo de ese titánico hacerse. ¡Ay aquel campus transmutando su faz de «cuartel» hacia un perfil hermosamente civil! Y sí, si solicitan mi currículum, por lo mucho recibido, ya saben, diré: alma mater Universidad de Alicante. Un honor.

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