Doscientas mujeres protagonizan la primera procesión con pasos de la Semana Santa de Orihuela
El Domingo de Ramos siempre es un día de contrastes, porque de la alegría de la mañana siempre se pasa a la tristeza por la tarde al ver a la Virgen María con su hijo muerto en brazos. Ese contraste que ha brillado por su ausencia en 2020 y 2021 lo ha hecho también en parte este año, porque pese al luto y al rigor que marcan la procesión de la Mayordomía de Los Dolores, entre todos los que han llegado a la Iglesia de Santiago para participar en ella se respiraba la alegría compartida por poder retomar las procesiones de la Semana Santa de Orihuela a los miembros de La Convocatoria, los “armaos” de la Centuria y a las aproximadamente doscientas mujeres que, vestidas de negro y con peina y mantilla, dan una idiosincrasia especial a esta procesión.
La procesión, tras el tradicional arranque con La Convocatoria, iba encabezada por el Portaguión de la Mayordomía, Ezequiel Navarro. Tras él, filas de “mantillas” sólo interrumpidas por unos estandartes con los símbolos de la pasión y por los pasos de la cofradía. El primero de ellos se trata del Cristo de las Santas Mujeres, un crucificado de la década de los 90 que tras la procesión tradicionalmente se traslada a la Iglesia de San Sebastián, donde descansa hasta una nueva Semana Santa.
Presidiendo la procesión tras todas las mantillas, la imponente imagen de Nuestra Señora de los Dolores, obra de 1943 de Federico Coullaut Valera. Representa la iconografía de la Piedad que Miguel Ángel realizara para el Vaticano, María con un dolor desgarrador portando a Cristo, ya muerto, a los pies de la cruz.
Un trono en madera de los oriolanos Hermanos Gimeno completa la escena. En él sobresale el símbolo principal de la Mayordomía, una pequeña talla del corazón de María clavado por siete puñales. Todo ello acompañado en el ámbito musical por los sones de la Banda Auxilium y la Unión Lírica Orcelitana, que ha interpretado entre otras la marcha España Llora, tan tradicional que sin escucharla no se entendería una tarde de Domingo de Ramos oriolana.
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