Laura F.
Observo cómo va el mundo, la rapidez con la que avanza y cómo, por el camino vamos, dejando lo mejor del ser humano. Hay excepciones, claro. La ciencia progresa y cada día leemos algún hallazgo que promete mejoras en las enfermedades y máquinas, como los famosos robots japoneses. Claro que si las farmacéuticas y los respectivos gobiernos quieren, pues el dinero es lo primero y se pasa por encima de lo que se haya de pasar. En fin. Aparentemente vamos mejorando en algunas cosas, pero son muchas más en las salimos perdiendo. Pues conforme la ciencia y la tecnología progresan, seguramente con la buena intención de ayudar a la humanidad, por otro lado esa misma tecnología y ciencia que se desarrollan, se perfeccionan mecanismos obscenos que arrastran a las personas a mendigar salud, trabajo y dignidad.
Yo sólo sé que toda la podredumbre de la humanidad que durante miles de años ha existido, a estas alturas tendría que haber sido minimizada por unos ideales éticos y morales, defendidos a causa de una mejor y mayor evolución del ser humano. Sin embargo, no sólo no ha sido así, sino que han ido aumentando hasta considerarse normales. Ese es el horror de la decrepitud moral del ser humano. Ver normal lo que es anormal. ¿Pero qué es lo que hace que sea más peligroso todavía? La velocidad. Lo vertiginoso de las situaciones. Es alarmante el camino que nos están marcando. Lo que hoy es noticia, mañana ya no lo es. Lo que hoy es válido, mañana deja de serlo. La corrupción está tan extendida que se ve normal y, además se justifica. ¿Qué va a sr de nuestros hijos? ¿Estarán preparados para sobrevivir en un mundo así? Por el sistema educativo que tenemos, desde luego, no.
Todo se va en palabrería y eufemismos para seguir enseñando de la misma manera y para lo mismo, y es ser buitres que comen a pesar del hedor. Quieren gente que piense poco y que sea mano de obra barata. Los que ya tenemos con nosotros: trabajadores pobres. Lo peor no será que se tengan que marchar a otro país, lo peor es que en esos lugares serán trabajadores para sobrevivir, sin perspectivas de un futuro como lo entendimos y pudimos conseguir los que ahora llegamos a la sesentena. Los que llegaron después no están acostumbrados a luchar, sacrificarse, esperar y lograr, con gran esfuerzo, lo que conseguimos los ahora mayores, gracias a lo cual podemos tener en casa a hijos treintañeros, porque no hay forma de que consigan la independencia que desean. Y la verdad es que aunque lo fueran, tienen pocas perspectivas de conseguirlo Ni queriendo algunos. Otros crecieron flojos, se ahogan en un vaso de agua y les faltan estrategias para salir adelante.
La mayoría para el mundo que les ha tocado Por eso debemos espabilar y espabilarlos para que se formen en lo que van a necesitar. A) Ser competentes en el campo laboral mediante una formación profesional o universitaria que les permita ser críticos con sus entornos, saber pensar por sí mismos. B) Y muy importante, desarrollar la empatía y habilidades sociales que les permita saber cómo, cuándo y de qué manera manejar las diferentes situaciones que la vida y la jungla humana les presentará. Así sabrán manejar situaciones complicadas que este mundo atroz les va a presentar. Sí. EMPATÍA Y HABILIDADE SOCIALES. Para que lleguen a ser algo así como una mezcla de listos e inteligentes. Preparemos a nuestros hijos, porque si no … pobres…carne de cañón. ¿Sabéis quiénes se salvarán medianamente? Las élites y sus hijos. Y no todos.
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