El Palacio de la Música de Torrevieja acogió la conferencia «¿Sabrías qué hacer en caso de terremoto?»
El jueves 24 de marzo de 2022, a las 20.00 horas, en el Palacio de la Música, tuvo lugar la conferencia «¿Sabrías qué hacer en caso de terremoto?», pronunciada por Nahúm Méndez Chazarra, geólogo rojalero que recientemente ha alcanzado notoriedad en los medios nacionales por su información sobre el volcán de La Palma. Asistieron los concejales torrevejenses Ricardo Recuero, Federico Alarcón, Rodolfo Carmona, Ana Pérez y Pablo Samper, así como la edil de Cultura de Rojales, Inmaculada Chazarra.
Presentó el acto Ana Meléndez, directiva de la entidad organizadora, Ars Creatio, de cuyas próximas actividades fue informado el público: este fin de semana —si el tiempo lo permite—, las rutas familiares teatralizadas sobre el terremoto de 1829; el sábado 2 de abril, la presentación del número 66 de su revista digital; el jueves 7, el recital «Poemas de amor»; ya en mayo, el domingo 8, la gala de entrega de premios del XVI Concurso infantil de cuentos con el estreno de la obra de José Manuel Pedrero ¡Menuda odisea!; durante este mismo mes se celebrará la quinta edición de las Jornadas «Lagunas de Torrevieja y La Mata: paisaje cultural, historia y patrimonio», con tres conferencias, una ruta interpretativa y talleres de sal para niños; y tampoco faltarán, en el último trimestre de este curso escolar, siete charlas sobre artesanía salinera en el IES Mediterráneo. Todo un intenso programa cultural para los meses de primavera. Ana Meléndez agradeció la colaboración al personal de Cultura del Ayuntamiento.
Nahúm Méndez comenzó su conferencia con unas referencias históricas sobre los terremotos en nuestra comarca. El más intenso fue el del 21 de marzo de 1829, del que en su día se dio noticia también en el extranjero. Pero hay constancia de varios más, como el acaecido en el siglo VIII a. C. (descubierto por el estado de un muro de la época) y el del año 1048 (que recoge un texto del geógrafo andalusí Al Udri).
Los seísmos ocurren a causa de las tensiones producidas por el desplazamiento de los continentes y los fondos oceánicos. La energía acumulada por las rocas se libera al romperse éstas tras las fricciones entre las diversas placas tectónicas. Es conocida la situación de la Vega Baja en una zona de riesgo sísmico, como todo el sureste peninsular, a causa de la fricción entre los continentes africano y euroasiático. La devastación producida por un terremoto de gran intensidad está condicionada por el tipo de suelo sobre el que se levantan las construcciones, motivo por el cual en estas zonas de riesgo se aplica una especial normativa sismorresistente.
El ponente desmintió algunas creencias que circulan, como que varios terremotos pequeños evitan uno mayor por la energía que se libera poco a poco: cada nuevo nivel de medida supone multiplicar por treinta la energía liberada, por lo que deberían producirse treinta terremotos para que esa energía resultara comparable con uno del nivel superior; o cerca de mil terremotos para que equivalieran a otro de dos niveles más. Tampoco influye en ellos el calor ni —al menos, hasta hoy— se pueden predecir.
Entrando en el núcleo del tema, Nahúm Méndez pasó a explicar sus recomendaciones en caso de terremoto, tanto antes (prevención) como durante y después. En cuanto al primer apartado, advirtió sobre los peligros que encierra cualquier vivienda en caso de una fuerte sacudida. En una cocina, pueden abrirse las puertas de la despensa y caer enseres encima de las personas. Las mesas de noche deben estar sujetas a la pared y sin objetos sobre ellas. Algo semejante ocurre con los cuadros (en especial si llevan cristal), los armarios altos, las estanterías y las calderas, los calentadores o los depósitos de agua. Todos estos elementos deben estar bien atornillados a la pared para impedir que con el movimiento caigan y causen lesiones graves.
Durante el terremoto, y aunque resulte difícil, lo primero es mantener la calma. Un seísmo dura unos segundos, y a veces sólo hay tiempo de protegerse echándose debajo de una mesa (por supuesto, que no sea de cristal) o el marco de una puerta, o colocando las manos encima de la cabeza si no hay espacio para más movimientos. Si nos sorprende en un edificio, no debemos salir, porque la estructura de la construcción aguantará la sacudida, mientras que el mayor riesgo radica en que caigan elementos adosados (cornisas, tiestos, fachadas) al alcanzar la calle; y en todo momento, alejarse de muebles peligrosos o de cristales que podrían provocar grandes hemorragias. Si se va en coche, habrá que detenerse.
Asimismo, se puede hacer mucho después. Cortar las llaves de la luz, el agua o el gas para evitar cortocircuitos o fugas. No usar el teléfono móvil para llamar salvo caso de verdadera emergencia, para no colapsar las líneas bloqueando el auxilio a quien realmente lo necesite; siempre es mejor un sms. No atender médicamente a un herido si no se dispone de conocimientos para hacerlo. Si después del terremoto salimos a la calle, evitaremos las que tengan edificios altos. Se buscarán zonas abiertas, incluso para evitar las posteriores consecuencias de las réplicas con posibles caídas de árboles, postes, farolas o fachadas.
Por vivir en una ciudad costera, no hay que dejar de lado el riesgo de tsunami. Aunque nuestro Mediterráneo no generaría la fuerza de un gran océano, cualquier ola arrastrada por tales masas de agua siempre sería peligrosa. Por lo tanto, y teniendo en cuenta que el tiempo entre el seísmo y el inmediato tsunami es muy escaso, habrá que alejarse de la línea de costa y desplazarse a las partes altas de la población.
Terminó la sesión con las preguntas del público, que nos permitieron conocer detalles significativos como la importancia de llevar un silbato para anunciar nuestra situación en caso de derrumbamiento, o la sensibilidad de los perros y las serpientes para captar las ondas sonoras con unos segundos de antelación con respecto a las personas.
La presidente de Ars Creatio, Josefina Nieto, en presencia del concejal Ricardo Recuero y de Ana Meléndez, entregó el logo de la asociación cuajado en sal a Nahúm Méndez, que por su condición de geólogo lo valoró de forma especial. Contribuimos un año más a combatir lo que el conferenciante denominaba «folclore geológico», en particular el temor a hablar de los terremotos porque pudiera traer mala suerte. Cabe comprender que la gente prefiera no recordar estos u otros episodios tremendos, no vaya a ser que la mera mención se convierta en llamada. Pero siempre será mejor el conocimiento y la prevención para actuar en consecuencia.
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