Resulta que la actuación del diputado oriolano Andrés Ballester en Las Cortes valencianas distribuyendo copias entre sus compañeros de bancada para que firmaran la petición de indulto del condenado exalcalde de Torrevieja Pedro Ángel Hernández Mateo por amañar la contrata de basuras en 2004 ha sido calificada por todos los analistas y columnistas políticos como una gansada. Y donde todos ven una actuación más de la deriva hacia el precipicio del PP valenciano, yo solo veo coherencia.
Ha venido a decir Andrés Ballester para defender a Hernández Mateo que amañar una contrata de casi 100 millones de euros no es corrupción y que la prisión debería dejarse para los verdaderos casos de corrupción y los asesinatos, porque a él no le gusta que nadie vaya a la cárcel.
Ballester y Hernández Mateo compartieron escaño en Las Cortes, donde se dedicaron -en el caso del primero todavía se dedica- a calentar el sillón. No se les conoce en su ejecutoria parlamentaria una mala palabra o una buena acción. Bueno, en el caso de don Andrés, sí. Votó en contra de exigirle al Consell la construcción del Centro de Salud del Rabaloche en una Comisión de Sanidad.
Se supone que Hernández Mateo y Ballester han compartido muchos momentos en Valencia. Que pueden ser hasta amigos. Y, sin embargo, tengo para mí que don Andrés, en realidad, no está pidiendo el indulto para su ex compañero de bancada.
Cuando Ballester dice que amañar una contrata no es corrupción, tratándose la de Torrevieja de la recogida de basura, en realidad no está hablando de la ciudad salinera. Lo está haciendo de Orihuela.
Porque si Hernández Mateo no es un corrupto por prevaricar y falsear documentos públicos para que Acciona resultara adjudicataria del contrato de la basura y no debe ir a la cárcel, nadie en Orihuela sería un corrupto y merecería prisión por la misma circunstancia.
Vamos, que Andrés Ballester lo que está pidiendo es árnica para los cuatro concejales y los siete exconcejales de Orihuela imputados en el caso Brugal. Por eso, tratándose del PP, su actuación es un dechado de coherencia y solidaridad con sus compañeros de aquí, más que con el de allí.
Que Ballester haya conseguido que 45 diputados de Las Cortes firmen una petición de indulto sitúa a su partido en la más ignominiosa realidad. El PP valenciano tolera, consiente y avala la corrupción porque en ella se ha manejado sin recato durante casi dos décadas y esa pátina no se puede eliminar de la noche a la mañana. En el fondo, esa firma es un acto de comprensión con un alcalde que, según parece colegirse de la actitud del PP, falseó documentos y prevaricó para darle la contrata a Acciona porque esa empresa le caía más simpática que otras, no porque recibiera nada a cambio y lo hubiera escondido, por poner un ejemplo, en Liechtenstein.
Por cierto, entre esos 45 diputados que firmaron la petición de indulto para Hernández Mateo, está Rafael Blasco, el exconsejero de Cooperación que será juzgado a partir del 7 de enero por tráfico de influencias, falsedad, prevaricación, malversación y fraude relacionados con las subvenciones destinadas a proyectos de cooperación; es decir, por supuestamente saquear millones de euros que debieron haberse destinado a ayudar a países del Tercer Mundo. Un asunto que, siguiendo la argumentación del ínclito Ballester, tampoco merecería cárcel. Solo asco y repulsión.
Si es que Dios los cría…
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