El Cristo del Consuelo y el de la Buena Muerte emocionan a Orihuela en la noche del Jueves Santo
El Jueves Santo Orihuela vive una de las escenas más sobrecogedoras de su Semana Santa con la salida del Cristo del Consuelo de la Iglesia de Santiago completamento a oscuras y con el silencio como protagonista.
Es la procesión que protagoniza la Hermandad del Silencio, un ritual que se repite año tras año desde 1940. La ciudad se queda completamente a oscuras, apenas alumbrada por los faroles que portan los hermanos y la luz que se proyecta sobre la talla del Cristo del Consuelo, obra de José Puchol, al que también acompaña el lúgubre sonido de una bocina y el sordo y lento golpear de destemplados tambores.
El silencio inunda las calles oriolanas, solo quebrado en ocasiones por el ruido de un tambor, de una bocina y en algunos de los tramos del recorrido por el Canto de la Pasión.
La Semana Santa oriolana vive en Jueves Santo sus dos procesiones más austeras y recogidas. Tras la Hermandad del Silencio, procesiona, la Hermandad penitencial del Cristo de la Buena Muerte que recorre las calles del casco histórico ya entrada la madrugada. Concretamente a las dos de la mañana y desde la Puerta de la Sabiduría de la Universidad de Santo Domingo arranca esta procesión con los hermanos ataviados con hábito color marfil y verdugo marrón.
La talla del Cristo de la Buena Muerte -obra anónima- va acompañado por la sobrecogedora ‘Música para los funerales de la Reina María’, de Henry Purcell, el ‘Miserere’ y ‘O Crux’ de Ginés Pérez de la Parra y el coro de los Cantores de la Primitiva Pasión.
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