Rafael Almagro Palacios
Concejal de Comunicación del Ayuntamiento de Orihuela
Fher Olvera y su grupo MANÁ cantaban con melancolia “Te tengo atrapada entre mi piel y mi alma …”. Un bonito verso perteneciente a su celebérrima canción Rayando el Sol. E igual que a ellos, a casi todos nosotros nos invade cierta melancolía por el horrible estado de confinamiento que nos está tocando vivir. Pero lo cierto es que tras los más de veinte días que llevamos en esta situación hemos podido comprobar que realmente no estamos confinados en los hogares. Lo cierto y verdad es que estamos atrapados. Atrapados por las redes y el televisor.
Pertenezco a esa generación que nació durante el franquismo pero tuvo la gran fortuna de gozar de la democracia desde la adolescencia. Uno de los recuerdos que tengo de esa etapa de la dictadura es la llegada de la televisión a las casas, lo que supuso un cambio radical en nuestra forma de vivir. Hasta entonces los niños vivíamos en la calle a todas horas, salvo las que pasábamos en la escuela; y únicamente la radio conseguía entretener el día a día de los que podían escucharla. Tiempo de radionovelas y obras de teatro representadas al pie de los micrófonos. Aquel llamamiento diario a la oración: “Son las doce del mediodía, es la hora del Ángelus”.
Como decía, el televisor dio un cambio total a nuestra civilización y modificó nuestra forma de relacionarnos los españoles. Los chavales fuimos dejando la calle y empezamos a pasar más tiempo en casa. Por fortuna, solo había una cadena de televisión y la programación para niños era muy corta porque tenían que atender a todo el espectro poblacional, por lo que permitió que todavía pudiésemos disfrutar de muchas horas de juego callejero (batallas de pedradas pandilleras, trampas para pájaros, hogueras de San José, y mil cosas más).
Aquella tele única, al igual que la radio, estaba al servicio del régimen franquista y los periodistas que querían trabajar debían ponerse al servicio del régimen. O no trabajaban. Y para el caso de que alguno resultase díscolo y se pasara de la raya, siempre se contaba con la abyecta labor recortadura de los señores censores. Hasta que llegó la libertad.Y con ella, paradojas de la vida, llegó la televisión en color y los periódicos y revistas también en color; y hasta la radio parecía que emitía sus programas en color.
Y con el color llegó la variedad … y varias cadenas de televisión para elegir. España pasaba de ser en blanco y negro a serlo a todo color. Con plenitud de libertades. Así, en la actualidad, la mayoría de españoles ha disfrutado de su mayoría de edad en democracia. Después llegó el vídeo, las consolas, los PCs, y los canales de pago. Tocaba pagar por ver. Desde entonces, la gente ya no tiene que ir al fútbol, ahora se ve en casa; ya no se va a los cines, porque la película la vemos en casa.
Y … varias cadenas de televisión para elegir. Pero poca o ninguna diferencia entre unas y otras porque aparecieron simultáneamente los magnates de los medios. Berlusconi y sus Mamachicho o Roures con sus informativos y sus guiñoles. La zafiedad y la manipulación en digital.
Y con el oligopolio de los medios de nuevo entra en crisis el periodismo. No me refiero a una crisis económica, que también, sino una crisis de capacidad de ejercicio de la profesión.
La búsqueda de la verdad, los artículos de denuncia, la crítica de las cosas mal hechas, los artículos de opinión vuelven a estar vigilados por las altas esferas y los nuevos censores. Porque se mira con lupa lo que se dice y a quién se critica. Por ende, se fabrica una lista de periodistas y medios “buenos” y otra de “malos”. Dicen que los primeros “dicen la verdad y son fiables” mientras que los otros son “portadores de la falsedad” y, por lo tanto, deberían ser “depurados”.
Y llegados a este punto me pregunto: “¿Qué clase política es la que nos gobierna que nos quiere negar nuestra la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, la verdad de la mentira, lo que nos gusta y lo que no?. ¿Qué clase de política es esa, en definitiva, que pretende arrebatarnos la capacidad de razonar por nosotros mismos sin tutelas y sin condicionantes?.
Siempre me ha gustado hacer cosas, y cuantas más mejor. Y cuando me he equivocado ha sido, generalmente, por mi culpa. Pero me he equivocado yo y solo yo; lo que ha supuesto alguna lección aprendida para no volver a errar en lo mismo. No me gusta que quieran razonar por mí y tutelar mi vida.
Sánchez llegó al gobierno con la mentira. Y eso es una gran verdad. Y utiliza la televisión para entrar durante horas (sin orden judicial) en nuestras casas para seguir mintiendo y manipulando.
No obstante, mientras tanto y afortunadamente todavía se puede cambiar de canal y poner, por ejemplo, Youtube para ver los maravillosos espectáculos que tiene colgados el Circo del Sol.
Han llegado malos tiempos para la lírica. Ahora es tiempo para periodistas que no pueden preguntar en las ruedas de prensa y mucho menos investigar, de tal manera que únicamente pueden ceñirse al guion que se les pasa.
Todavía espero y confío en que los profesionales del periodismo hagan valer su código deontológico y saquen las uñas contra esta humillación o cualquiera otra que les pudiese llegar y viniese de donde viniese. Todas las profesiones tienen sus valores éticos y en el caso del periodismo siempre han sido de los más importantes para conservar el buen estado de salud de una democracia. Muchos profesionales llegaron a dar su vida por ello y no merecen que se pierda su sangriento legado.
Leave a Reply