Astroingeo dedica una noche a observar el cielo demostrando los conocimientos astronómicos de Cervantes

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Esta actividad, organizada por Ars Creatio, se enmarca dentro de la programación de la XVI Semana de la Ciencia

El 16 de noviembre, en el Parque Natural de las Lagunas, tuvo lugar la observación astronómica programada dentro de la XVI Semana de la Ciencia. Este evento, originalmente previsto para el sábado anterior, hubo de aplazarse debido a la probabilidad de lluvia.

La sesión fue presentada por el guía del parque natural, José Manuel Botella, quien, tras la proyección de un breve vídeo, animó a los asistentes a descubrir las maravillas de su entorno mediante las marchas que se organizan regularmente.

A continuación, tuvo lugar la conferencia impartida por Enrique Aparicio Arias, profesor de la Universidad de Alicante y presidente de Astroingeo, una asociación astronómica dedicada a la observación del cielo y la difusión de sus conocimientos. La charla abordó un enfoque original: atraer a los especialistas en literatura hacia la ciencia, y viceversa. Bajo el sugerente título de «Astronomía en el Quijote», Aparicio destacó los profundos conocimientos que Miguel de Cervantes tenía sobre astronomía e instrumentos de navegación, reflejados en los diálogos de sus personajes, especialmente en ocho capítulos de su obra maestra.

El ponente seleccionó dos capítulos para desentrañar frases que podrían pasar desapercibidas para el lector. En el capítulo XX de la primera parte, Sancho informa a Don Quijote durante una noche que «no debe de haber desde aquí al alba tres horas, porque la boca de la bocina está encima de la cabeza, y hace la medianoche en la línea del brazo izquierdo». Según explicó Aparicio, estas palabras hacen referencia a la posición de las estrellas de la Osa Menor, particularmente a Kochab, una estrella destacada que sirve de referencia principal en su aparente movimiento a lo largo de las 24 horas.

En el capítulo XLI de la segunda parte, Don Quijote y Sancho son engañados para subir a los cielos con la excusa de encontrarse con un gigante que podría romper el hechizo de una dama. Ambos personajes mencionan su supuesta proximidad a «las Siete Cabrillas», un nombre popular con el que se identifica a las Pléyades, un grupo de estrellas reconocible a simple vista.

La actividad continuó en el exterior con la clase práctica titulada «Don Quijote cabalga sobre las salinas de Torrevieja». Enrique Aparicio, con el equipo adecuado, demostró —pese a la contaminación lumínica inevitable— cómo Cervantes reflejaba en boca de Sancho sus conocimientos astronómicos. La noche se enriqueció con la observación cercana de la Luna, Saturno (inconfundible por sus anillos), Júpiter (acompañado de cuatro de sus lunas más visibles) y varias nebulosas.

Los telescopios también fueron protagonistas de la velada: uno de ellos, construido en 1750, fue recuperado de un altillo en una vivienda francesa y restaurado para volver a cumplir su función. Como contraste, otro telescopio de última generación permitió capturar imágenes detalladas del espacio.

Todo este evento puso en valor la riqueza del legado de Miguel de Cervantes, cuya vida fue tan compleja como fascinante: soldado en Lepanto, varias veces encarcelado, escritor genial y conocedor de múltiples disciplinas. Pese a que se le negó en dos ocasiones el permiso para viajar a América, Cervantes dejó una huella indeleble en la literatura universal, integrando en sus obras conocimientos de astronomía, navegación y otras ciencias.

La XVI Semana de la Ciencia (2024) culminará con el curso «Inteligencia artificial en el aula: innovación para la educación del futuro», programado para el próximo martes 19, a las 18:00 horas, en el aula de la Universidad del centro Virgen del Carmen. Este curso, junto con las visitas al Museo de Historia Natural, cerrará un programa que ha combinado tradición, ciencia e innovación.

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