Por Mateo Marco Amorós
Imposible escuchar en el París olímpico y paralímpico de este verano algunos de los sonidos que inspiraron al Gershwin de Un americano en París y al Hemingway de París era una fiesta, aquel París de entreguerras –París años veinte– en el que sonaban las bocinas de los taxis y, temprano por las calles, la flauta del cabrero con su rebaño vendiendo a los vecinos la leche recién ordeñada. Lo que sí pudo escucharse en el París de hoy, con Notre-Dame enjaulada entre andamios reconstruyéndose tras el incendio, fueron las voces del coro Ginés Pérez de la Parra, voces luminosas en la ciudad de la luz. Y por partida doble.
Una, en Eurodisney, con el proyecto Air With Air –Aire con aire– seleccionado entre miles para la olimpiada cultural. Interpretando canciones del mundo, anillando solidaridades entre música y deporte para ejemplo de solidaridad mundial. Con el colofón de la composición Together We Rise de David Domènech-Torres de la que anteayer hablamos valorando su espectacular combinación de ritmos y armonías, compuesta exprofeso para el evento.
Otra –lloraba el cielo y lloraría el público de emoción– en la iglesia de Saint-Pierre de Montrouge, en el distrito 14 de París, número 82 de la avenida General Leclerc. Aquí, con un atractivo programa religioso, incluyendo asimismo otra composición de Domènech-Torres, un Ave María que al traducir en oportunas melodías e intensidades diversas las diferentes partes de la plegaria resulta escrupulosa oración. Lo dicho, lloraba el cielo y lloraría el público de emoción. Magnífica, como siempre, la pianista Marta Soto acomodando sus virtuosos dedos todoterreno a un órgano apenas explorado.
Dos conciertos en dos marcos distintos con dos programas distintos que demuestran la versatilidad del coro dirigido por Rosario Torres Salinas. El primero para llegar al corazón humano apelando a la universalidad, en Eurodisney donde tantas ilusiones de tanta gente del mundo. El otro, el segundo, para alimentar el espíritu. Experiencias inolvidables, dos más, para el coro Ginés Pérez de la Parra del Conservatorio Profesional de Música de Orihuela, donde muchas personas desinteresadamente revalidan, día a día, el lema que blasona la coral: ¡Todos somos uno!
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