Anatomía de la melancolía: Para mearse

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Imagen de Joaquín Marín

Por Mateo Marco Amorós

La noticia, de tribunales, es antigua. Pero se me ha refrescado en la memoria repasando unas anotaciones sobre el Cancionero popular villenense recopilado por don José María Soler García. Concretamente al releer, en el capítulo sexto sobre «Serenatas, bravatas, baile y fiesta» una copla que canta: En esta calle que entramos, / no diré quién ni quién no, / una mocita amasando / en la artesa se meó.

La noticia, de hace un año y pico, informaba de que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ordenaba indemnizar y readmitir a una empleada de una cafetería barcelonesa de la estación de Sants que había sido despedida en octubre de 2018 por orinar en recipientes de cocina en los que, dándoles un enjuague, colocaba utensilios que servía a los clientes. Tras el despido, demandada la empresa, un juzgado de lo social le dio la razón a la trabajadora. Entonces, la empresa recurrió al Tribunal Superior que confirmó el fallo del primer juzgado, obligando a contratar a la empleada e indemnizarla pagándole los salarios perdidos desde el despido hasta la readmisión, o 25.340 euros.

Desconozco si la empresa, cabiendo recurso ante el Supremo, lo ha tramitado. En su momento, el abogado defensor de la trabajadora esgrimió que no había pruebas legales que demostraran la acusación. También denunciaba que todavía hubiera empresas que desde las seis de la mañana hasta las once no dejaran a sus trabajadores ir al lavabo. Además, en el caso denunciado, como la cafetería no contaba con vestuarios ni lavabos, los empleados tenían que ir a los de la estación pagando un euro.

Por su parte, la sentencia del tribunal se fundamentaba en el hecho de que las imágenes probatorias del despido habían sido obtenidas de manera ilegal por no estar informado el personal de una nueva cámara instalada en el obrador. Los dueños de la cafetería, sospechando una sisa en la caja, habían contratado a una empresa de detectives que colocó sin avisar a los empleados la cámara indiscreta que grabó el desahogo de la trabajadora. Vamos, que queriendo cazar a un ratón, cayó en la trampa un elefante. Para mearse.

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