Por Mateo Marco Amorós
La semana pasada en el Auditorio de la Diputación de Alicante se celebró la cuadragésima gala provincial del deporte. Más allá de la entrega de los premios deportivos, me importa el homenaje en general a los clubes, entrenadores y deportistas. La celebración estuvo oportuna reconociendo el esfuerzo que implica el deporte, reiterando un lema: «VENCER AL MONSTRUO». Entendiendo como tal los muchos sacrificios que implica la práctica deportiva; a ese «camino de piedras» y «cuesta arriba» en palabras de Bernabé Cano García, diputado provincial de Deportes.
Monstruo, camino de piedras, cuesta arriba… son metáforas que casan bien con los sinsabores que con frecuencia sufren los deportistas. Hablo con conocimiento de causa y valoro el espaldarazo que suponen estos actos. Pero que no nos ciegue el oropel. De los deportistas celebramos los triunfos. Les colmamos de laurel. Pero pronto los olvidamos en los fracasos. Y lo peor es que con triunfos o sin ellos, olvidamos también que para llegar donde han llegado está el riesgo siempre amenazante de las lesiones en unos cuerpos al límite de dejar de ser humanos para –Citius, altius, fortius– convertirse en precisas máquinas de competición.
En ocasiones, observando una prueba, jaleando la sana rivalidad entre los atletas siento que pierdo la percepción de su humanidad. Esa que con creces tienen. Porque ríen. Yo lo he visto. Porque celebran. Yo lo he visto. Porque sufren. Yo lo he visto. Porque lloran. Yo lo he visto… Yo lo he visto.
Recuperándolos como personas. Aprecio su constancia. La que exige prepararse para competir. Aprecio que esa severa perseverancia, en muchos casos de la élite, es mucho sacrificio no pudiendo ejercer profesiones para las que han estudiado compatibilizando, esfuerzo sobre esfuerzo, deporte y estudios, estudios y deporte. Como admiro la fortaleza frente a la tragedia de una lesión. Siempre en el momento más inoportuno. Muchos triunfos están sembrados de muchas derrotas. Derrotas que también educan. Es por todo esto por lo que una sociedad que practica el deporte deriva necesariamente en una mejor sociedad. Lo vino a decir, al cierre de la gala, Antonio Pérez Pérez, presidente de la Diputación.
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