Anatomía de la melancolía: Del no-va-más al no va más

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Imagen de Joaquín Marín

Por Mateo Marco Amorós

Siempre nos conmueve eso que dicen de la fatiga de los materiales. Sentir, por ejemplo, que una puerta se cansa. La de mi dormitorio lleva unos meses quejándose. Lo atribuyo al calentamiento global. De momento sus lamentos se calman pulverizando un poco de aceite lubricante en las bisagras. Espero que sólo sea eso. Pero quien dice una puerta dice una viga. O un pilar maestro. En estos casos lo de la fatiga preocupa más.

Centrándonos en cachivaches, atendiendo otros tiempos, muchos trastos de ahora se cansan muy pronto, sobre todo los artefactos de las nuevas tecnologías. Compramos ayer lo último y hoy es prehistoria. Ayer novedad, hoy bifaz. En un santiamén el cacharro muta de ser el-no-va-más –lo mejor que puede existir, que dice la RAE– al NO VA MÁS porque ha dejado de funcionar o se ha roto. O sin romperse ya no nos sirve porque sus prestaciones, ayer sobresalientes y completas, hoy resultan insuficientes. Así que… residuo, basura. Basura porque lo peor de todo es que mucho de lo que ahora se estropea o no sirve, ya no se arregla.

Cuando nuestro libro Tríptico, en el poemario Cambra de sol, evocando nuestra infancia dedicamos unos versos a la memoria de aquellos profesionales ambulantes (paragüeros, lañadores, estañadores, zurcidores de medias…) que se ocupaban de reparar –versión occidental de kintsugi práctico– lo que ahora no reparamos. Su presencia en la calle interrumpía nuestros juegos porque observar sus quehaceres también era deleite para la chiquillería, formando un corro alrededor. Aquí, desde que me la contó mi paisano Luis Abellán Navarro, no puedo renunciar a traer la anécdota de aquel estañador que trabajando rodeado de chiquillos, dándoles conversación, miró al cielo señalando el paso de un avión, sentenciando solemne: —Nenes, esos aviones que veis también los hacemos nosotros.

Igualmente, sobre arreglos, ya en la juventud, recuerdo las veces que mandé reparar una pletina. Hasta que el técnico –muy eficiente por cierto– me convenció de que no me compensaba el gasto. Verdad, pero… Desahuciado aquel aparato nunca encontré otro que grabara como ese. Ahorramos en reparaciones pero perdimos calidad. El no va más.

3 Comments

  1. Cierto.
    Creo que los electrodomésricos tambien sufren de ello.
    Antes duraban eternamente, hoy en día, una década. ¡Y DANDO GRACIAS!

  2. Nuestra generación, es la más conocido avances, inventos, tecnologías, herramientas, en todo, todo y todo. En las anteriores generaciones de todos los siglos pasados. Ahora todo es usar y tirar, 😭😭😅🥺🥺

  3. Estupendo artículo, cuantas cosas no van más antes de tiempo en el mundo de 1ª, quizás tu grabadora siga siendo casi tan buena en los mundos de 3ª. Ví avenidas en África con alineados infinitos a la vista, de frigoríficos obsolescentes el no-va-mas!

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