Por Mateo Marco Amorós
El pasado miércoles, en Valencia, tuve el honor de recibir un premio de relatos. Convocado por la Dirección General de Dependencia y de las Personas Mayores, adscrita a la Vicepresidencia y Conselleria de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda, el concurso invitaba a «concienciar a la sociedad acerca de las enfermedades neurodegenerativas, ofreciendo a través de un relato la visión de las mismas, así como las relaciones sociales de la persona enferma y/o las personas cuidadoras y familiares». Como dichos relatos han de servir como material de lectura para estas personas, en las bases se pedía que las obras fueran, sin infantilizar, sencillas.
Atendiendo finalidad y condiciones surgió mi relato Cuando la zorra madruga, título que alude a una copla recogida en el Cancionero popular villenense por don José María Soler: La mañana de San Juan, / cuando la zorra madruga, / el que borracho se acuesta / con agua se desayuna. Cantinela que ocasionalmente escuché a mi abuelo Mateo Amorós Tomás, Mateo el del Infierno. Así conocido por haber nacido en la casa del Infierno, ubicada en la hermosísima partida de los Alhorines, donde también las casas de la Gloria y del Purgatorio; hermosísima partida rural –entre Villena, Caudete, Fuente la Higuera, Fontanares y Mogente– muy alterada actualmente por la cárcel, las infraestructuras del trasvase Júcar-Vinalopó, planta solar, autovía, ferrocarril…
En el relato hay mucha voz de mis abuelos. Escribiéndolo he reflexionado sobre las enfermedades neurodegenerativas de origen físico, sí, pero también sobre otra «enfermedad» degenerativa de origen social, la de la desatención a nuestros mayores. Narrando he lamentado no haber aprovechado más el tiempo con mis mayores. Ahora ya es tarde.
Uno, adolescente, joven, –aun fascinado por la Historia– vivía el día a día seducido sobre todo por el presente y el futuro. Suerte el tiempo que compartí con mis abuelos algunas labores agrícolas; porque muchas de las cosas que me contaron entonces han servido para hilvanar la narración premiada. Es por lo que creo que el mérito es suyo. Prácticamente, lo único que he hecho, añadiendo algo de imaginación, es poner negro sobre blanco su voz. Voz nutricia, memoria de mayores.
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