Anatomía de la melancolía: Carlos

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Por Mateo Marco Amorós

Fotografía de Joaquín Marín

Quienes en Orihuela frecuentamos la cafetería MADEIRA, donde un surtido de cervezas y ambiente excepcionales, tenemos la suerte de conocer a Carlos, Carlos Javier Gras Romero. Y conocer a Carlos es conocer la verdadera amistad. Porque Carlos es un ser especial. Yo sé que él estima este apelativo que le singulariza. Por ello lo utilizo. Lo utilizo y lo afirmo y reafirmo. Especial porque Carlos aúna en su persona valores que, viviendo en el mundo en que vivimos, le singularizan positivamente: educación exquisita, conversación y trato amenos, fidelidad, mucha creatividad y también una estima suprema hacia los amigos y hacia la familia.

Resumiendo, para nosotros Carlos es un claro ejemplo de bonhomía. De bonhomía dice el diccionario de la RAE: «afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento»; valores que Carlos muestra de continuo cuando lo tratamos. Porque Carlos es afable por afectuoso; sencillo por campechano; bondadoso por bienhechor y honrado por íntegro.

El pasado veintiocho de octubre, Carlos Javier Gras Romero cumplió cincuenta años. ¡Medio siglo! Por circunstancias personales no pudimos acompañarle en la celebración que se le hizo en el MADEIRA, pero nos llegaron imágenes demostrando, por un lado, la elegancia del cumpleañero; por otro, la confirmación de que muchas personas, muchos amigos, aprecian a Carlos. Si puede ser, sirvan estas palabras para compensar nuestra ausencia en la fiesta.

Si hubiéramos estado allí, le hubiéramos dicho lo que estamos diciendo. Y aún más. Por ejemplo, aprovechando la pasión que tiene Carlos por la película, entre otras, «Regreso al futuro», habríamos dicho –aun forzando si se quiere la referencia– que conocerle y gozar de su amistad es para nosotros un regreso al futuro, a ese futuro que anhelamos, un futuro donde saborear la conciliación de valores que estimamos en sociedad. Porque estoy seguro de que si todos fuéramos un poco Carlos, si todos tuviéramos un poco de Carlos, al menos un poco, el mundo en el que vivimos sería mejor, por regresar a un futuro más amable, más educado, más solidario, más creativo. Un futuro feliz, cordial y dichoso. Un futuro donde muchos Carlos Gras.

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