Anatomía de la melancolía: A salto de mata

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Por Mateo Marco Amorós

Fotografía de Joaquín Marín

Al margen de que «A salto de mata» sea un título afortunado o no –a nosotros nos parece que muy afortunado– para el diario que el poeta José Luis Zerón Huguet acaba de publicar, el contenido, arropado por una cuidada edición a cargo de Frutos del Tiempo en la colección Fifty, es sublime. Un título afortunado que se justifica. Porque los fragmentos del diario, que atiende ocho años, concretamente entre 2008 y 2016, son sotos de variada naturaleza que nos llevan de una temática a otra, sí, «a salto de mata», sin embargo no están huérfanos de pensamiento. Aparentan desorden, pero hay en ellos mucha profundidad intelectual que los hace gozosos al estar, además, narrados con una prosa limpia.

Un diario lleno de sugerencias que catapultan nuestra curiosidad hacia cosas que emocionan o han emocionado al autor. Al cabo el resultado es un bosque frondoso de arbustos con frutos selectos por el que Zerón nos conduce de exquisitez en exquisitez sin, por estimar la duda, opiniones categóricas. Esto es, la sugerencia antes que la sentencia.

El autor, atendiendo la definición de Tomás Sánchez Santiago, se nos presenta como «artista del merodeo» y el diario es un continuo y sabroso merodear por la literatura, por la música, por la pintura, por el cine, por la naturaleza, por… por la vida. Una vida que denuncia una pasión literaria en particular –y cultural en general– que estima, como fundamentos, familia, amistad y creación. En el diario, que se lee muy bien, hay poesía en prosa, poesía dictada por lo leído, por lo visto, por lo escuchado y, en definitiva, por lo vivido. Por todo lo vivido con sentimiento. Por todo lo que recala en un espíritu poeta.

Si un diario supone desnudarse –tanto o más como en la poesía– y en ocasiones hasta abrirse en canal, José Luis Zerón, desnudo y abierto en canal, es nuestro Zerón poeta de siempre, vistiéndose ahora con una narración hermosa que nos cuenta sabores y saberes de forma aleatoria. Donde todo lo dicta un corazón tendido al sol. Corazón tendido al sol, sinécdoque en una bonita canción.

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