Ahora me toca a mi

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Antonia Moreno
Primera teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Orihuela

Hay cosas que una debe esperar para contarlas en su momento. Valen más guardadas hasta que llegue el día. Y ha llegado.

El viernes 20 de diciembre el empresario José Alcántara subió personalmente al despacho del Secretario del Ayuntamiento para certificar la validez de la moción de censura que se presentó minutos después en el Registro General. José Alcántara es el dueño de un partido político, el Centro Liberal Renovador (CLR). Dueño en toda la extensión de la palabra. Dueño de las siglas, dueño de los concejales y dueño de las decisiones que toman. A mí me lo dejó claro, sin tapujos ni ambages, en junio de 2011, en los días previos a la constitución del nuevo gobierno de coalición tras las elecciones municipales de mayo.

En esos turbulentos y confusos días de chulería, desplantes, humillaciones y mentiras por parte de Pedro Mancebo, que no hacía más que comportarse como lo que es, la única verdad la obtuve del empresario Alcántara. Al menos, él habló claro, mostró sus cartas y me invitó a jugar la partida.

El encuentro fue casual, en una céntrica calle de Orihuela. Ante las dificultades que les estaba poniendo para ceder dos años la alcaldía al CLR, sencillamente me dijo: “Llevo muchos años esperando gobernar… Y ahora me toca a mí”. Mi sorpresa fue la justa. Todos conocemos la historia política de este pueblo y la catadura de algunos de sus personajes. Le pregunte si él se había presentado a las elecciones, si acaso era concejal. Me contestó que si quería ser alcaldesa, tendría que hablar con él y solo con él. Que, de no ser así, jamás sería alcaldesa de Orihuela.

Le respondí con el lenguaje que se merecen los bravucones, los que se creen los putos amos, los que desprecian la democracia, los que gestionan el mangoneo, los que desprecian la calidad política de las instituciones. Le dije que yo no sería alcaldesa, pero juré que él jamás pisaría la alcaldía de Orihuela mientras lo pudiera evitar.

Esta conversación en plena calle decidió el futuro político de Orihuela. Todo fue así de sencillo. Hablé con mis compañeros del grupo socialista, hablé con Monserrate Guillén, al que llamé esa misma tarde, y renuncié a la alcaldía de Orihuela. Solo le pedí una cosa al actual alcalde y así lo puede ratificar: que jamás dejaría que Alcántara pisara su despacho.

Durante los meses que Mancebo y López Bas fueron nuestros socios, Alcántara campó a sus anchas por los despachos de Hacienda y de Infraestructuras, manejó documentación oficial y dictó instrucciones.

He vivido campañas de acoso y derribo por parte de Mancebo por plantarle cara a todo esto. Se ha desgastado mi imagen personal y lo he aceptado esperando que el tiempo pusiera las cartas boca arriba porque sabía que llegaría un día en que podría y debería contarlo. La espera ha terminado y el viernes pasado, cuando supe que Alcántara en persona estaba en el Registro General entregando la moción, fui corriendo a fotografiarlo con mi propio móvil.

Que sepa toda Orihuela que hemos gobernado un municipio sabiendo siempre que no íbamos a ceder ni un ápice a chantajes ni mangoneos. Al PSOE le costó la alcaldía de Orihuela y al gobierno municipal, la mayoría. Afrontamos gobernar en minoría y asumir las consecuencias. Afrontamos las dificultades frente a un PP ansioso y ávido por sus intereses económicos y preso de sus asuntos judiciales. Afrontamos la brutal fractura y las vicisitudes del tripartito. Yo, personalmente, he asumido el mayor desgaste.

Pero todo el mundo debe saber que la lucha primordial y radical de estos dos años y medio de gobierno en Orihuela, con nuestros aciertos y errores, ha sido que ningún mangante, pillo, tramposo o corrupto dictara nuestros actos. Orihuela llevaba muchos años gobernada por tipos que no se presentan a las elecciones y eso acabó en 2011.

He vuelto a recordar muchas veces aquel encuentro. Y hoy, cuando he abandonado voluntariamente mi acta de Concejala en el Ayuntamiento, quiero decir que me siento muy orgullosa de hacer lo que hice y que volvería a hacerlo. Que ninguna vara merece la pena si el diablo te pide el alma a cambio. Y que el tiempo es el mejor juez. Eso espero y en eso confío.

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