A propósito de…XLIII

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No defiendan a sus hijos de los maestros

Cada profesional dirá que su trabajo es el mejor del mundo, suponiendo que su actividad laboral sea la que eligió, no la que le impuso la vida. Y tendrá razón. Es más, no sólo son las más bellas para cada uno, sino que muy necesarias. Pero hay una profesión que es la madre de todas, y es la de maestro/a. La tarea educativa es la raíz de los futuros laboral y personal de nuestros hijos. La maestra (alterno maestra/o- educador/a) no sólo transmite conocimientos dados por los libros. No. Es una tarea muy compleja, ardua y laboriosa porque la educadora, en décimas de segundo, tiene que adoptar un papel diferente durante su labor.

Es animadora, porque tiene que hacer que el aprendizaje sea ameno, organizando actividades que favorezcan la asimilación; es actriz, porque tiene que escenificar lo que explica, directora de teatros, de cuentos, Navidad, Semana Santa,…; es guía turística, cuando salen del centro, tanto a un museo como a la misma ciudad; es acompañante, pues (si tiene suerte) “acompaña” al alumno a los largo del proceso educativo, guiándole, estimulando en sus aptitudes y puliendo los errores; es traductor de aquellos niños/as que, recién iniciados en el lenguaje, llegan al colegio hablando en un idioma extraño, que la educador “debe” conocer; es psiquiatra, porque analiza e interpreta comportamientos y expresiones que le llevan a comprender que, detrás de estas, hay un problema; es diseñadora y elaboradora de las vestimentas necesarias para las celebraciones, a lo que hay que añadir la imaginación que tiene que desarrollar, porque trabaja con materiales impensablemente baratos (todo se aprovecha) y con diseños que llegan a ser verdaderas obras de arte; es dibujante, carpintero, equilibrista, bailarina, enfermero del cuerpo y del alma…¡Qué les voy a decir! La unión entre el niño y su maestro es tan profunda que muchos se equivocan y les llaman “mamá o papá”.

Ha comenzado el curso. Muchos maestros/as vuelven a “su” colegio, otros llegan a un centro distinto al del año anterior, pero tanto unos como otros, aunque en vacaciones, no dejaron de pensar en cómo encarar el siguiente curso. Qué cosas cambiar, que innovaciones poner, cómo resolver la falta de interés de los alumnos, cómo hacer la clase más amena, qué salidas se podrían hacer fuera del centro, buscar estrategias en los procedimientos de aprendizaje y promover unas buenas actitudes, todo en función de los chavales. Sin dejar de la mano el continuo reciclaje. Como otros trabajos, es una labor vocacional, pero con un plus, y es que se trabaja con el alma y la mente del niño/a. Si el maestro equivoca, ese error puede ser gravísimo, puede tener repercusión de por vida. Este trabajo es muy importante, porque el material es un ser humano, en su edad más sensible, en la infancia; en seres muy vulnerables, en los que se siembra, a base de muchísima paciencia, tesón, constancia y cariño, para que de fruto a largo plazo. Y cuando ese fruto nace, los maestros ya no están allí, lo recoge la sociedad. Se trabaja para dar a ésta ciudadanos libres, críticos, honestos, solidarios, responsables y trabajadores. Lo que se “planta” en la mente de un niño le marca para siempre, por lo que el maestro debe y quiere ser lo más objetivo posible, desde la firmeza y el cariño.

Algunos tienen la suerte de acompañar al alumno a lo largo de varios años, por lo que forman parte de sus vidas, llevándose a su casa la alegría o el disgusto que afecta al educando. Dicho todo lo anterior, y me quedo corta, me hago varias preguntas: ¿Cómo es posible que los padres pongan a sus hijos en manos de los maestros para después desprestigiarles? ¿Cómo es posible que dejen en manos de los educadores a sus hijos y no sepan, ni les interese (la mayoría) lo que sus estos hacen en el colegio? ¿Cómo puede ser que pongan a sus hijos en sus manos, para luego faltarles el respeto e incluso ponerles en su contra? Y es más. ¿Cómo es posible que no sepan (y si lo saben tienen delito) como se está perjudicando el sistema educativo, a sus maestros y, por consiguiente, a sus hijos, y estar indiferentes? Con lo que está pasando ¿Cómo se pueden conformar a que haya menos maestros, menos becas, menos medios y en el que no se premie el esfuerzo, el trabajo y la actitud? ¿Qué clase de hombres y mujeres quieren que sean en el futuro? Si quieren a sus hijos, “deben” no ser indiferentes al gran problema que se está dando en nuestro sistema educativo. No se conformen. Estén presentes en la enseñanza de sus hijos. Colaboren con sus educadores, no los desacrediten, defiéndanlos pues trabajan para y por sus hijos, para ustedes, sin esperar ningún reconocimiento. Esta reflexión que hago es consecuencia de una frase que he leído, muy parecida a esta: NO NOS LIBREN DE LOS MAESTROS, LIBRENNOS DE LOS CORRUPTOS E INCOMPETENTES.

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