A propósito de…LXXVI

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¿A qué huelen los libros?

Laura F.

En la naturaleza no hay puntada sin hilo. Todo está previsto en ella, aunque haya científicos que no se ponen de acuerdo en si del orden sale el caos, del caos orden o ambas cosas. El caso es que la naturaleza tiene sus estrategias para enganchar a los humanos de muy diversas formas. Unas malas y otras buenas. En este caso me refiero a los libros. ¿Qué tienen los libros, que su olor es especial? ¿Por qué uno de los placeres mayores de un lector, además de lo que cuentan sus páginas, es olerlos y tocarlos? Es la lignina, un producto que genera el árbol en un porcentaje muy alto, para dar fortaleza al tronco.

Este producto hace que, cuando se oxida con el tiempo, las hojas se vayan poniendo amarillas. Nos gusta tocarlas. Les pasamos los dedos por encima, acariciándolas. En la antigüedad se utilizaba la tradición oral para transmitir las vivencias de una comunidad, para contar mitos, experiencias, etc. Pero cuando se descubrió la escritura… Eso, sí fue una verdadera revolución. ¿Cómo sabríamos todo lo descubierto desde babilonios, griegos,…que son la base de la ciencia actual? Con el desarrollo tecnológico nos ha llegado el “libro electrónico”. Pero no. No ha tenido el éxito esperado. Porque el verdadero lector, el que aprecia un libro, le gusta tocarlo, sentir su olor, llevarlo consigo. Porque un libro te hace compañía, con un libro no te sientes solo.

En un libro encontramos todo: consuelo, identificación, fantasía, sabiduría, conocimiento, aventura,…Experimentas emociones como la empatía, alegría, pena, miedo, amor,…. Nos beneficia desde cualquier punto de vista pues no estimulamos el cerebro, aumenta el vocabulario y la concentración, mejora la inteligencia emocional y siempre tendrás tema del que hablar. Pero tenemos un problema con los libros de texto. No “sabemos” transmitir que son muy valiosos, que no se deben de pintar, rasgar, manosear. Los libros de texto son libros de consulta, en ellos se encuentran las respuestas que los maestros y profesores hacen a los alumnos y que, en ellos, está el saber. Estos textos, además de los conocimientos que aportan, enseñan a buscar, investigar, saber encontrar la respuesta, la satisfacción de hallarla. En pocas palabras: a manejar la información. Esto es lo que no enseñamos. Bueno sí, pero los alumnos, están tan acostumbrados a lo fácil que el mínimo esfuerzo los agota. Esto que parece una tontería, pero en un niño es prepararle para la vida, pues se vaya entrenando en un proceso de búsqueda de información, encontrarla, organizarla, estructurarla, saber quitar la paja del trigo, es decir, la discriminación, desarrolla la imaginación, te lleva a otros temas y a otros libros en los que poder aprender, viajar, pensar, decidir, sentir, ser crítico…

Un libro no es un montón de hojas unidas por un hilo o pegamento. Un libro es algo muy valioso. Recuerdo en mi niñez que los libros se cuidaban mucho, porque eran valorados en sí mismos y en su precio; pasaban de hermano a hermano o a los amigos. Evidentemente no guardamos todos los libros que hemos leído en nuestra vida, ni de placer ni de texto, porque la casa quedaría tan llena que los que tendríamos que irnos seríamos nosotros. El tiempo y la madurez hacen que vayas seleccionando. Hay libros que nos desengañan, nos engañan, nos forman y nos atrapan, por eso lo leemos poquito a poquito para que dure. Pueden llevarnos por buen camino o por el malo, nos ilustran y nos lustran, nos pulen. ¡Son tantas cosas las que aportan los libros! Hasta de uno malo, que los hay, se aprende. Las nuevas tecnologías han hecho mucho daño al libro tradicional, pero no creo que llegue a vencerle. Por eso el eBook, no creo llegue a quitarle su lugar para quienes sabemos apreciarlos. Pero si en un futuro ocurriese, si las generaciones venideras sólo utilicen el libro electrónico, habrán perdido sentimientos, olores, recuerdos, tacto,…todo aquellos que sientes cuando coges un libro, los abres, los hueles, los tocas y empiezas a leerlo como si fuera algo delicado, porque sabes que entre sus páginas está todo lo que debes, quieres, y necesitas saber y sentir. Te lleva a todos los lugares y saberes. Cuando vas a comenzar un libro, ese que tienes tantas ganas de leer, a veces, retrasas sus lectura un poco.

Lo abres, ojeas el índice, pasas las hojas y te dices: «Luego, cuando tenga un rato tranquilo, lo empezaré». Y eliges el momento, el lugar, la situación, porque vas a entrar en otro mundo maravilloso del que tú vas a ser parte. En la soledad y en la concentración te permites poder pensar, reflexionar sobre lo leído. Pensamientos, ideas, hechos, consecuencias,… que de otra manera no seríamos conscientes. Y mejoramos como seres humanos. ¡¡¡Pues no lloro yo a gusto y aprendo cuando leo y releo ‘El Principito’!!!! ¿Será la vainilla?

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