¿Es usted maestro/a?
Laura F.
Todas las profesiones son necesarias. Todas. Desde el barrendero hasta el médico. Cada una, realizada con responsabilidad, es imprescindible para hacer la vida humana, eso, más humana. También es sabido que, aún eligiendo una profesión libremente, no es garantía que resultes un buen profesional.
De todas formas yo suelo llamar «maestro» a todo aquel que hace su trabajo lo mejor posible. Tiene que ver con el refrán que dice «cada uno es maestro en lo suyo». Pero dichos aparte, la palabra maestra o maestro en el plano educativo, tiene un carácter más profundo de lo que se cree y se valora. De hecho socialmente y políticamente no lo es, pues si lo fuera sería más respetada, tendría más recursos (como les falta a Sanidad y Justicia) y menos vejada.
¿Qué es un maestro, cómo es su trabajo, qué hace, qué espera, con qué material trabaja? Un maestro o maestra es un profesional que trabaja con el material más delicado del mundo: la mente de los niños, los seres humanos más indefensos. Su misión es «acompañar» y guiar a los alumnos a lo largo se su aprendizaje en conocimientos y actitudes. Para ello adquiere conocimientos, por supuesto. Pero no es sólo transmitirlos. Todo buen profesional, en lo suyo, requiere además de conocimientos, de una intuición natural, dada por ese don que le lleva a elegir la profesión, para saber cómo hacer, elegir, aplicar, solucionar, resolver, etc., en cada situación que se le presente.Pero en el de maestro/a es especial, como el de un médico, pues el “objeto” con el que se trabaja, es el más delicado del mundo: un ser humano, una persona, en su momento más frágil y del que, si no se hace bien, puede ser catastrófico para el resto de su vida.
Un profesional de la enseñanza debe tener una cultura general junto con la especialidad adecuada a los niños a los que va a enseñar. No es lo mismo trabajar con alumnos de infantil o de primaria. Es tan importante que, primero, el maestro/a, se propone unos objetivos a conseguir, después los conocimientos que desea que sus alumnos alcancen, luego diseña las estrategias para conseguirlo y establece los procedimientos adecuados para conseguirlos. Un maestro/a debe tener estudios de Psicología, de Pedagogía, y Didáctica, además de una especialidad, sea para E. Infantil, E. Primaria y 1º Ciclo de ESO y, por supuesto, Música, Inglés, Logopedia, Audición y Lenguaje y de una cultura general. Debe tener la capacidad de aplicar en cada momento la actitud y autoridad a cada alumno/a, pues cada niño/a es único y tiene que respetar su tiempo, su madurez, escudriñar los motivos de su fracaso escolar, comportamiento, limitaciones, etc. Es decir, tiene que conocer a cada uno de sus escolares en sus capacidades intelectuales, sociales, psicológicas y emocionales.
Trabaja con niños, pero no con tontos. Estos son un gran libro de páginas en blanco en las que van escribiendo sus avances como seres humanos y el maestro colabora con ellos. No les dicta, sino que le guía, permitiéndoles a ellos mismos, ir descubriendo la vida poco a poco, con ejemplos, conocimientos, errores, aciertos, rectificaciones y estimulándoles, con firmeza y paciencia.
Si tienes veinticinco alumnos, son veinticinco estrategias. El trabajo de maestra/o es un trabajo de campo en el que primero se hace la observación, el análisis, la aplicación de la medida a seguir y después… dejar que el tiempo pase y, si tienes suerte, ver como lo que «algún día sembraste, dio fruto». ¿Qué esperamos los educadores de nuestros educandos? Ante todo que sean personas, responsables, honestas, buenos, solidarios y dignos. Sabemos que todos tienen algún don, mediante el cual pueden resolver sus vidas laborales, sociales y espirituales.
Por eso nuestro trabajo es que se descubran, a ellos mismos, con los medios que poseemos. Recurrimos a la familia, principal responsable, necesitamos su ayuda y colaboración, y de la administración, que no siempre recibimos. Sin embargo, lo que hayamos podido desarrollar en esas almas, les beneficiará o perjudicará a ellas. El educador sólo se beneficia de haber contribuido a forma a un ser humano. ¡Que no es poco! Lo que pongamos en su mente, les marcará, por eso debemos de tener mucho cuidado. Maestro no puede ser cualquiera. NO. Tienes que sentirlo. Si lo sientes, la teoría que has aprendido en Psicología, Pedagogía y Didáctica, entre otras, sabes aplicarla. No todo el que quiere, puede. Cierto es que, como en todas las profesiones, los hay que se equivocan, por eso los errores en educación, son muy graves. Nuestra recompensa a corto plazo es variada y rica: abrazos, besos, piropos, admiración, consuelo, comprensión,…, y aprendizaje. Sí.
Los maestros aprendemos de nuestros alumnos. Cada pregunta que hacen, al darles las repuestas, nos damos cuenta de cosas que, ni nosotros mismos sabíamos que pensábamos; cada pregunta, si no lo sabemos, lo decimos, y nos hace buscar la respuesta para ellos y, así, enseñarles a ser humildes; cada señal de admiración o cariño, nos hace sentirnos pagados. Tenemos que ser, para ellos, enfermeras del cuerpo y del alma, pintoras, modistas, carpinteras, actores, guía turísticas, traductores, diseñadores, políglotas, informáticos, …No sólo es comunicar conceptos sino que hay que saber transmitirlos. Es lo que se cuenta y cómo se cuenta. Y a largo plazo, saber que se han convertido en hombres y mujeres hechos y derechos, y que un grano de esa “playa”, lo has puesto tú. Cuando las cosas no salen bien, aunque no dependa de ti, lo sientes como tuyo. Por eso, cualquiera no puede ser maestro/a. Somos “tres en uno”. A aquellos que no saben lo que ocurre en un aula, deberían darse una vuelta por ella y observar.
Político puede ser cualquiera ya que no se exige cualificación. Pero para educador/a se necesita muchísimo más que un título universitario. Sólo el que carece de sensibilidad, no puede llegar a comprender lo que significa ser maestro/a. Son los que no valoran a un niño/a, lo que son, lo que valen y lo que representan. Las políticas educativas, se nota, se hacen pensando en resultados electorales, de partido, no pensando en los niños. Ante la incapacidad de diseñar un sistema educativo efectivo, la administración se limita a exigir a los docentes una serie de cursos en cualquier cosa que se le ocurra, de tal manera que una maestra “debe” ser (también) administrativa, informática, saber lenguaje de sordomudos, inglés, valenciano, etc.
Me pregunto como el profesor y Premio Nobel, Severo Ochoa, pudo llegar a obtenerlo con maestros que «sólo sabían enseñar». En vez de ocupar nuestro tiempo en pensar en nuestros alumnos y sus problemáticas, buscando soluciones, preparando materiales y buscando estrategias, la administración «exige», papeleo, porcentajes, etc. que no conducen a nada. Son mera justificaciones de quienes no saben lo que llevan entre manos. No todo el mundo sirve para todo. Por eso, porque me siento orgullosa de mi vocación, a pesar de mis errores (que los tengo y de los que intento aprender), me presento siempre con el orgullo de decir: SOY MAESTRA. Y LO SOY, PORQUE SÉ ENSEÑAR.
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