A propósito de…LXVI

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¡¡Los Almogávares…y ‘Desperta Ferro’!!

Laura F.
 

Después de los tratados de Torrellas –Elche (1304/1305), el espacio natural de la Vega de la Segura queda dividido entre los reinos de Aragón y Castilla. Una nueva frontera que generó secuelas sociales, comerciales, de idioma e incluso espirituales. En 1308,

nació la Gobernación de Orihuela. Por la que su capital, Orihuela, se convierte en ciudad fronteriza que tiene que vérselas con Murcia castellana, el reino Nazarí de Granada, piratas, etc. Un mundo violento de nuestra gobernación, dentro y fuera de la misma. De las relaciones con los musulmanes y con los murcianos ya sabemos que eran nefastas. En este período de conquista cristiana, tuvieron gran protagonismo en nuestra frontera, los almogávares. Pero con eso de ser mercenarios, poco caso se ha hecho de ellos.

Sin embargo su actividad fue decisiva por su forma de guerrear. ¿Quiénes eran? Para algunos pudo ser un recuerdo incómodo, para otros una leyenda con fondo de verdad. Fueron lo que hoy llamaríamos un “Cuerpo de élite”. No se sabe con exactitud su origen como grupo especial, pero los almogávares comienzan a ser conocidos cuando colaboran con el ejército de Jaime I (1213-1276), quizá porque nuestro rey fue un gran guerrero, educado por los Templarios, supo ver en ellos el complemento de su ejército. Luego, como tropas fronterizas, en las empresas de ampliación territorial catalano-aragonesa hacia el sur, allá por el 1244 que llegaron hasta la Vega Baja.

En la repoblación del territorio no intervienen, ellos estaba estaban acostumbrados a vivir en las montañas y bosques, por lo que su “pago” es el botín conseguido a los musulmanes y ya está. Aseguran que a Pedro III le sirvieron de forma muy efectiva en la conquista de Sicilia. La palabra almogávar proviene del árabe Al- Mugawr, significa algo así como “personas que hacen incursiones en territorio enemigo”. Orihuela, como ya hemos comentado, fue una ciudad de frontera con grandes y continuos ataques nazaríes y los almogávares hicieron un gran papel. No sé porqué estos personajes me atraen. Quizá por el halo de leyenda, quizá disciplina extrema. Por su libertad. No sé. Pero considero que son grandes desconocidos cuando, en su época, fueron los perfectos soldados, sin los medios tan sofisticados que los militares poseen hoy día. Si bien es cierto que en épocas de paz, y arropados por la permisividad de las autoridades, fastidiaban tanto en el territorio enemigo como en el propio. Vivían por y para la guerra, con el objeto de obtener botín para su subsistencia.

No es que sus ideales fueran muy honrosos, pero siempre fieles a la Corona de Aragón. Eran los más bravos y temidos de la época. Entre ellos elegían a su propio caudillo o al- mugadam, pues conocían muy bien de la jerarquía militar. Se les define de la siguiente manera: independientes pero cohesionados, diestros en armas con gran experiencia en la guerra cuerpo a cuerpo. Portaban una lanza colgada al hombro, unos dardos o azconas –que lanzaban con tanta fuerza que eran capaces de atravesar los escudos del adversario y un afilado chuzo, su arma más mortífera; como protección en sus cabezas, una forma de redecilla. En las piernas llevaban como calzas o polainas que cubrían sus piernas sólo por delante. Vigorosos, sigilosos, rápidos, fuertes y sufridores para soportar todo tipo de trabajos y fatigas.

Pero, sobre todo eran muy sobrios ya que su alimento iba en un zurrón que portaba pan y “yerbas”.Antes de entrar en combate golpeaban con fuerza el chuzo contra las piedras, hasta que saltaban chispas; entonces, cuando el sonido era ya ensordecedor, gritaban al unísono: «Desperta, ferro!», seguido «Aragó, Aragó!», y se lanzaban sobre el enemigo como auténticos diablos. Lo describen como estremecedor. Cuando en nuestra frontera siempre estaban al acecho, siendo una actividad muy agradecida y recompensada por Orihuela y Murcia. Como detalle diré que los granadinos sustituían las herraduras de hierro por las de esparto u otros materiales, a fin de no ser descubiertos, y los almogávares las detectaban. Era muy difícil que algunos se le escapasen. Eran bravos y temibles, en sus vidas no había término medio, o vencían o morían.

Cuando los reyes de Aragón dieron por concluida la Reconquista llegando hasta el río Segura, y como a los belicosos almogávares les quedaba cuerda para rato y como no sabían vivir sin guerrear… bebieron por última vez en las aguas del que fue Thader y pusieron sus ojos más allá del Mediterráneo, aunque otros quedaran por estas tierras. Después de hacer una escabechina en Constantinopla y Grecia, allá por el siglo XV, y después de haber sembrado el terror como magníficos guerreros, al no adaptarse a otra vida, poco a poco fueron desapareciendo hasta quedar su nombre en una leyenda.

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