¡¡¡Pero de qué van nuestros políticos!!!
Laura F.
En el derecho romano, Ulpiano definió la justicia, que dicho en lenguajes popular, es “dar a cada uno lo suyo, lo que le pertenece.” El reconocimiento de lo que se estima justo y bueno. Por lo visto la Universidad de Georgia, en el 2003, ya hizo investigaciones en animales de las que se dedujo que las ideas de igualdad y justicia puedan ser instintivas en la naturaleza y en la sociedad. No me fío… Muchas teorías se han dado sobre la justicia, desde la legal, filosófica y teológica. Pero aunque todas tienen sus puntos de validez, hay una cosa que no se puede negar para saber lo que es justo: el sentido común. Claro está que debe entenderse en personas bien ordenadas mentalmente y sin ansias espurias. Desde Platón hasta la actualidad se ha dado vueltas y vueltas sobre la justicia, a ver si mejoraba la cosa.
Pero, a la vista está que es muy complicado ejercer la “verdadera justicia”, dados los intereses particulares, sociales, nacionales e internacionales. Pero lo que no tiene lugar a dudas es que el sentido de la justicia y la justicia aplicada “debe” estar al servicio del ciudadano y de la sociedad para una convivencia en paz y solidaria. Se debe atender de tal manera que a quienes menos tienen se les debe ayudar con medidas adecuadas a sus necesidades. Y por otro lado, los que más contribuyen a la producción de bienes y riqueza, pues, deben también ganar más. Esta justicia, llamada distributiva, es muy fácil de entender. ¿Por qué no se lleva a cabo de esta manera? Unas veces por debilidad, por falta de objetividad, egoísmo, por cultura y por corrupción política. Es decir, cuando no hay verdadera sinceridad del servicio que el político dice sentir para dedicarse a este menester. No digo que sea corrupción desde el punto de vista legal (que la hay y se queda impune), pero si desde la perspectiva moral. Porque … ¿qué es el engaño? Según la Real Academia de la Lengua, es “Dar a la mentira apariencia de verdad”. Y esto es lo que está pasando en nuestro país y en el mundo.
Me da los mismo PSOE que PP, no tengo problemas en criticar a unos y a otros cuando lo que está en juego es el ser humano y su sufrimiento. Por un lado pienso que siempre hemos sido, como país en el mundo occidental, un mierdecilla, y ahora, una mierda como la copa de un pino. No se escandalicen con la palabra dicha, no soy grosera ni mal educada. No. Estoy aplicando la palabra adecuada a los actos injustos que se comenten en este país y en el mundo, y a quienes los hacen y los consienten, no se les puede llamar de otra manera. No voy de salvadora de la patria ni de la “bolica del mundo”, pero por lo menos quiero ejercer mi derecho al pataleo, que dentro de muy poco no podré ejercer, porque estará prohibido. Han tirado por tierra los tres pilares básicos de un país: educación, sanidad y justicia. Esta última no aparece por ninguna parte. La justicia, el mínimo derecho humano que puede demandar una persona, no está, no se le espera. Ese es el sentimiento que se percibe en la calle, ante los casos de corrupción política, económica, moral y ética que vemos a diario.
Si el Estado es el velador de los intereses ciudadanos y hace dejadez de ello, es para servir a oligopolios y asegurarse en el futuro puestos que les permitan vivir a cuerpo de rey. La lejanía entre gobierno y ciudadanía es cada vez es mayor. Nos vemos impotentes antes la falta de trabajo, que nos lleva a la falta de alimentos, de luz, de agua, dependientes, de lo básico y elemental para vivir. ¡Qué han retirado el grado de discapacidad a los niños con cáncer para quitarles las ayudas! Mientras, el Estado se pierde en divagaciones, malas explicaciones, políticas al tún-tún, pero que siempre dañan a los mismos. Pero no nos preocupemos, porque jueces justos los hay, me imagino que muchos. Pero si tocan lo que al Estado no interesa…se le inhabilita. Si eso es lo que ocurre con los del país, ¡qué no pasará con los de fuera! Pues lo que ha pasado. Más inhumanidad. ¿Qué esperar del comportamiento ante los inmigrantes muertos en la playa? Las órdenes a la Guardia Civil eran esas, que no toquen tierra española. La asistencia humanitaria….El problema es grave, es de la Unión Europea, que lleva debatiendo sobre esto años. Ahí está la solución.
Pero si ese mismo juez (u otro) se le ocurre perseguir un crimen de lesa humanidad, como está ocurriendo en Corea, China, narcotráfico, etc. No puede ejercer el principio de justicia universal, que trata de evitar la impunidad de los crímenes cometidos contra la humanidad. Ante estos delitos, nuestro Estado español, no le deja. Si alguien quiere ejercer la justicia por sentido de la misma y evitar o condenar actos inhumanos. No puede. Se tiene que limitar a delincuentes españoles o que vivan en España. De un plumazo se archivan casos que investiga la Audiencia Nacional. Uno de ellos el caso del periodista J. Couso. Los jueces se atendrán a “cosas” españolas. Estamos sirviendo a Europa y, ahora, ¿a quién servimos? El Estado hace con sus ciudadanos lo que el mundo hace con él. ¡Qué poquita cosa somos como país y como humanos! Esto es como cuando oigo al vecino/a maltratar a su cónyuge, al otro lado de la pared. Pero como no es mi problema (que en el fondo también lo es), hago oídos sordos y que se apañen como sea. Ante todos estos desmanes nacionales e internacionales, me pregunto ¿Dónde está la humanidad?¿Hacia dónde evolucionamos? ¿Qué va a ser de de nosotros como seres humanos?
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