A Domingo Espinosa Albertus

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Ana Mas 
Ex concejal de Cultura de Orihuela

Hace unos años me contaron una historia hermosa y entrañable –casi mágica. El protagonista, un carpintero que desde los 18 años encontró refugio y compañía en los versos de Miguel Hernández, versos de los que afirmó que «llegan al alma porque es un hombre que está cerca del hombre, es un hombre que transmite libertad, es un hombre lleno de humanidad».  Con el tiempo, la poesía de Miguel se convirtió además en motivación e inspiración de sus propios versos –esos que siempre llevaba recién paridos en su cartera- y su figura en símbolo y referente. Por eso el día que Domingo Espinosa recibió el encargo de rehabilitar, con sus propias manos, la casa de Miguel Hernández, se sintió un hombre feliz. Y esa emoción quedó latiendo en su poema Trabajando en tu casa. En él podemos leer:

«No sabes con qué cuidado,

con qué mimo arreglé

puertas y ventanas».

Y los versos finales:

«Acabada la faena

me asomé a tu huerto

y unté mis labios

de la savia de tu higuera».

A Domingo Espinosa todos tenemos que agradecerle su contribución sincera y comprometida en la reivindicación de la poesía de Miguel Hernández. Para los que amamos la cultura popular, Domingo Espinosa ha sido también la voz honda del sentir de un pueblo y un ejemplo por su compromiso con un modo de ser y de entender la vida. Por eso el día del pájaro del 2008 fuimos muchos los que bajo el balcón del Ayuntamiento sentimos la emoción de ser convocados a la fiesta por la auténtica voz del pueblo; del mismo modo que hoy, más aún, le echaremos en falta por las calles y plazas de Orihuela. Descanse en paz.

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